"Eran ilotas, se creyeron metecos
y soñaban con ser ciudadanos"
El xenófobo es el que tiene miedo a lo distinto.
La xenofobia se manifiesta por primera vez literariamente en el XVII
a.C.
De hecho, es interesante señalar que una cultura tan
significativa como la griega -que creó el concepto de
democracia- bebió en aquellas fuentes orientales primeras. Y
de hecho, los pueblos del norte, en épocas modernas, tienen
un conocimiento del mundo griego mucho mayor que quienes somos latinos.
Por eso es esperable que en la actualidad las mayores manifestaciones
de xenofobia se hayan dado o se den en países del norte. Es
algo así como una impronta cultural.
Suponemos que, tal vez, sólo se podría
neutralizar con una política socio-cultural que
ningún gobierno está -seriamente- dispuesto a
realizar.
Y es casi tan antiguo como las primeras sociedades organizadas.
Según Batkune "una cultura sólo se reconoce en la
frontera con otros mundos espirituales". Es decir, en
confrontación con el otro.
¿Quiénes son los otros?.
¿Cómo recortaron y clasificaron esa
alteridad?.
El extranjero, xénos, era en la antigüedad toda
persona exterior a esa comunidad restringida que es la ciudad.
Tucídides (460-396 a.C.) en "Historia de la guerra del
Peloponeso opone la xenolasía (la
expulsión de los extranjeros) espartana a la
apertura ateniense. Atenas, en realidad, había creado el
status de meteco (extranjero residente) para los forasteros
deseosos de instalarse en ella. Luego están esos
"extranjeros del interior", esos excluidos que son los
esclavos: ilotas o esclavos mercancía. El famoso
par griego-bárbaro no tenía vigencia para los
espartanos.
Heródoto (484-420) señala que los espartanos
empleaban la categoría de xénos para
designar a todos los extranjeros (Cf. "Historia...", 479 a.C.)
Porque sabemos esto, es que recordamos que Claude Lévy
Strauss dice que "las fantasías de una
época siempre influyen sobre una realidad" (Cf.
Lévy Strauss, C. : La identidad, 1977).
Por otro lado, descubrimos que Eurípides (484-406
a.C.) en el 405 cuando escribió "Las Bacantes"
pone en boca del Mensajero -tan significativo en la tragedia
este parlamento "...quiero oir de ti si he de contarte con
libertad aquellos sucesos o controlar mis palabras porque
temo, señor, la viveza de tus sentimientos, tu
irascibilidad y tu temperamento excesivamente regio".
Libertad es la palabra más parecida que tenemos
pero la griega es mucho más ilustrativa:
parresía; es decir, la libertad propia de los ciudadanos.
... En la actualidad, en el país que se dice
democrático por excelencia..., ¿puede
el xénos hablar con la parresía propia de
los ciudadanos?.
Prof. Lilia Prieto,
Profesora en Letras