Aggio Lorefice
Aggio Lorefice Enrique Jorge y Sánchez Silva de Rapetti Elina [fueron secuestrados DD] ¡Presentes!
Enrique (LE 7.595310; DI 6145212) Argentino, casado con Ana María Von Salteen, 2 hijos. Nació el 15.1.47 en CF. Analista de Métodos y Sistemas (trabajaba y era delegado gremial en National Cash Register NCR: Corrientes y Montevideo) Estudió en el Nacional Bs. As. (promoción 65) y Filosofía en la UBA (quizás también Derecho)
Ver carta de la madre Lorefice, miembro de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en: www.madresfundadoras.org.ar/declaraciones
Su hermana Liliana Inés y su esposa formulan la denuncia CONADEP 54, denuncia 4906.
Restos identificados por el EAAF Elina (CI 6.807.387, LC 11.098.949)
Nació el 8-7-53 en CF. Empleada, estudiante de Letras (UBA) hasta 1974. CONADEP 4663, denuncia 5728.
El 31 de julio de 1976 a las 5 horas fueron secuestrados por personal civil y uniformado en el hotel sito Boedo 278 (domicilio circunstancial) Vistos en Coordinación Federal
Enviar fotos, historias de vida y cualquier información sobre Enrique y Elina a Enrique Jorge Aggio fue privado ilegalmente de su libertad el día 31 de julio de 1976, a las 5:00 hs., en el Hotel ubicado en Boedo 278 de la Capital Federal, por personal dependiente del Ejército Argentino. La denuncia ante la CONADEP (Legajo Nº 4926) la realizó su madre, Carmen Lorefice, quien refirió que con fecha 31 de julio de 1976 a las 5:00 horas la su hijo fue secuestrado del Hotel ubicado en Boedo 278, por fuerzas conjuntas uniformadas; era un grupo de más de cinco personas, se trasladaban en dos o más vehículos, uno de los cuales era un patrullero. Se llevaron a su hijo de la habitación que habitaba, esposado y lo metieron en el patrullero. La información sobre el hecho le fue brindada por una persona de nacionalidad chilena que ocupaba la habitación contigua, quien no quiso dar sus datos. De la habitación fueron robadas dos maquinas de escribir, una radio y accesorios del automóvil que estaba estacionado enfrente. Interpusieron diversos Habeas Corpus en Capital y en Provincia, los que fueron rechazados. Asimismo realizaron diligencias ante organismos nacionales e internacionales con igual resultado. Causa Primer Cuerpo de Ejército Resolución del juez Canicoba Corral Buenos Aires, 27 de abril de 2004
Hablar de mi hijo es cosa de todos los días. Es el recuerdo permanente, es el dolor permanente, es sentir la falta permanente. Es tenerlo así y ponerme contenta cuando está en la foto y después diluirse…se va. Hablar de mi hijo es la alegría más grande que tiene una madre que perdió a su hijo, de los buenos recuerdos que tiene de su hijo. Por lo general yo de mi hijo todos los recuerdos que tengo son buenos, desde que era así chiquitito hasta que se lo llevaron.
Ahora a mi edad, yo acá vivo solita porque me quedé sin mi marido, mi hijo y mi nieto, que tenía 29 años cuando se mató, era doctor en Ciencias Económicas. Perdí todo, entonces lo necesito más que nunca. A veces pienso, si tuviera a mi hijo lo llamaría para decirle que se venga a comer a la noche, qué se yo, pienso un montón de cosas. Los últimos tiempos no estuve muy bien y el médico me dice que no mire más para atrás, que mire para adelante, porque si voy a mirar para atrás los remedios que me da no me van a hacer nada. Si yo no me ayudo…¡pero no puedo, no puedo! El dolor…entonces me dice que deje a las Madres. Menos todavía, me sacan la vida, hace 32 años que estoy luchando con todo. Pero bueno, yo pienso que la vida es así, que todos nos vamos a ir, pero no de esta manera. Yo pienso que si mi hijo se hubiera matado, yo no estaría de esta manera…No se puede, no se puede luchar contra eso. Habrá quién puede pero yo no puedo, trato de despejarme, pero cuando estoy sola, estoy sola.
Recordando a Jorge
Le decíamos Piche. El padre se lo puso de chiquito. Entonces creció, creció y le quedó Piche, pero después cuando era más grande, que venían los compañeros de la facultad o del colegio, a él le daba vergüenza a lo mejor, entonces nosotros dijimos: “No le vamos a decir más Piche, le vamos a llamar Jorge.” Pero para mi siguió siendo Piche, mi Piche. Para un día de reyes le regalamos una guitarrita chiquitita. El en principio siempre tarareaba. Nosotros le compramos una guitarrita chiquitita, entonces estaba todo el día, todo el día, no terminaba nunca con su guitarrita. El hizo guitarra de chico y de grande, y vos sabés que aprendió sin ir a ningún profesor. El iba a todos los recitales de “Los Chalchaleros” y después cantaba con su guitarra igual que “Los Chalchaleros” porque tenía una voz privilegiada. Y cantaba en las fiestas, en todos lados cantaba él. Eso sí, sin dejar sus estudios. Una vez el maestro de él me mandó a llamar, cuando terminó 6º grado en el Bernasconi. Yo le pregunté si había hecho algo malo y me dijo: “No, yo la llamo porque le quiero dar un consejo, y la verdad que se lo doy con todo el corazón porque yo no acostumbro llamar a la mamá, pero este chico se lo merece. Usted tiene que mandarlo al mejor colegio o institución que haya acá en Buenos Aires, porque tiene una mente privilegiada.” Yo le dije que no conocía ninguna institución, que ni sabía dónde mandarlo. “Bueno, haga una cosa, pregúntele si quiere ir al liceo militar o sino mándelo al Nacional Buenos Aires.” Y un día le digo: “Vení Jorge, vamos a sentarnos. Me llamó tu maestro y me dijo que te tenía que poner en un colegio bueno y me dio dos cosas para elegir. ¿Qué te gusta más, el liceo militar?”, “No mamá, no me gusta.” “Entonces vas a ir al Nacional Buenos Aires. Es el mejor colegio que hay en la República Argentina. Lo que sí, vas a tener que estudiar mucho antes de entrar.” Dijo: “Bueno, yo voy a estudiar, voy a entrar a ese colegio.” Lo mandé a preparar en unas materias. A él le toco latín y qué te cuento que cuando salió tenía tanta emoción. Me abrazó, me besó y me dijo: “Mamá, entré.” Lloré de alegría, el padre también se puso tan contento. Yo era muy feliz, fue una época muy linda. El quería hacer computación, analista de métodos y sistemas. En aquel entonces no había muchos, dos o tres o cuatro había, nada más. Mirá de los años que te estoy hablando. Bueno, hizo el curso, terminó el curso sin trabajar, sin nada, nada más que los cursos de él. Cuando terminó el curso ya manejaba las máquinas que venían de Alemania y al año ya era ejecutivo de la compañía. Sí, era un privilegio de mente, un privilegio de mente. Pero, ¿qué pasó? Ahí hubo un problema. El tenía arriba su secretaria, todas sus cosas, pero abajo estaban las chicas que trabajaban en las máquinas. Entonces un día le dice una chica: “Señor ¿no nos hace un favor? Usted que acá está como el mandamás, necesitamos un delegado porque ganamos muy poquitito nosotras.” Y bueno, lo nombraron delegado de la compañía. Empezó a trabajar en su trabajo, pero en sus horas libres defendía a las chicas. Iba a la CGT, se peleaba con Otero, se peleaba con la CGT, porque tenía bastante labia. Pero era de una bondad, todo le daba lástima, todo le daba lástima. Si no le hubiese dado lástima no le hubiese pasado lo que le pasó, si a él se lo llevaron por delegado. No quedó ningún delegado.
¡Ahí está mi hijo!
Cuando voy a una escuela lo primero que veo es a mi hijo sentado en el suelo. El día que fui al colegio de Soldati (N. de A.: actividad impulsada por el Programa Educación y Memoria en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, el 23 de marzo de 2009, en la Escuela Nº 20 D.E. 19, Carlos Alberto Carranza) cuando pasaban los abanderados y vi a todos y dije: “Ahí está mi hijo”. Eso es lo que no puedo superar pero voy, no dejo de ir a ninguna escuela ni ningún establecimiento carcelario, aunque yo me emocione y me haga mal. Es como volver a vivir la etapa que yo viví, es como reencontrarme con mi hijo. Cuando hablo de mi hijo siento orgullo, por lo que fue y por lo que sigue siendo para mí y porque la historia lo va a decir alguna vez, por algo lucho. Entonces siento admiración, siento un profundo dolor de tener tanta admiración, de poder recordarlo a cada momento y el no tenerlo.
Los restos de Enrique Jorge Aggio fueron identificados a fines del 2009, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense junto con las Madres de Plaza de Mayo -Línea Fundadora-.