Eggers
Eggers Bellouard Marcelo Adolfo (Mariano) Zampicchiatti Manfre Gustavo Alfredo y Ursi Bernasconi de Eggers María Susana (Mecha) [fueron secuestrados DD] ¡Presentes!
Marcelo (LE 11.897.614, CI 7.647.620, denuncia CONADEP 741) tenía 22 años (nació el 21 de abril de 1955 en Palermo) Denuncia su suegra: Élida I. Bernasconi de Ursi (Caso presentado a la Embajada alemana Abuelo: Konrad Stephan Von. Vivía con María Susana en Soler 3721
Gustavo (DNI 12.913.194, CONADEP 1291, denuncia 4044) tenía 20 años
María Susana (LC 6.648.141 CI 6.490.531, denuncia CONADEP 5732) tenía 26 años (nació el 23-04-41) Denuncian Rodolfo Ursi (padre) y Élida I Bernasconi de Ursi (madre) Caso presentado en la Embajada alemana. Procedencia del abuelo: Hamburg
Estudiaban Psicología. El 7 de mayo de 1977 fueron secuestrados en el bar Buenos Aires de Independencia y Urquiza y conducidos al CCD El Atlético
El 8 de marzo de 2008 entre muchos fabricamos la baldosa
3-5-08
Las veredas del bar rebasaban. Invadimos las calles…
Agradezco a la Comisión de Memoria Almagro Balvanera porque sabiendo de mi interés para la realización de este acto, fueron ellos los que me buscaron a mí. Agradezco la jornada que compartimos en la realización de esta baldosa y de otras más que se están colocando en estos días. Fue un día de aprendizajes, no sólo en esto de hacer una baldosa, si no que amasamos el cemento junto con las anécdotas, los recuerdos, las emociones, las broncas. Fue la charla con María, mamá de Gustavo, con quien nos unía una esquina de un pasado trágico y nos reunía una baldosa. Fue la compañía de mi marido e hijos, y de Teresa, prima de Marcelo, que traía con tanto cuidado y amor, esa hermosa imagen que había realizado su hija, Mariana, para esta baldosa. Ese día de trabajo me permitió recuperar un espacio de vitalidad y solidaridad, donde pude revivir el espíritu y el clima de la militancia de los chicos, de aquellos años de certezas, de alegría militante, de confianza en el otro, en los otros. Agradezco la presencia de todos aquellos que los conocieron y los quisieron, y de todos aquellos que, sin conocerlos, me acompañaron en estos años de ausencia y de dolor, y acompañan la lucha por la memoria colectiva que les vuelve a dar vida cada vez que se niegan al olvido. Agradezco al dueño de bar Buenos Aires por aceptar de buen grado la colocación de esta baldosa. En esta esquina, el 7 de mayo de 1977 fueron secuestrados. Y ese 7 de mayo de ese año fue un sábado. La casualidad hizo que hoy estemos colocando esta baldosa en un día sábado y en el justo horario en el que fueron secuestrados. Diecinueve años después del secuestro, en 1996, después de un desasosiego absoluto por no saber nada, a través del Equipo Argentino de Antropología Forense, supe que existió el secuestro aquí, en este lugar y en este horario y que fueron llevados al Centro Clandestino de Detención y Tortura “Club Atlético”, centro que manejaba la Policía Federal y que dependía del 1º Cuerpo de Ejército. Hoy estoy trabajando con la Comisión del “Club Atlético” para lograr la recuperación del sitio que fue desmantelado y tapado para hacer la autopista en diciembre del 77 y así devolverle a la ciudad otro espacio de memoria. En estos doce años, he pasado infinidad de veces por estas esquinas, en auto, en colectivo, pero jamás me atreví a caminarlas. Quizás es que necesitaba volver desde un acto colectivo y no desde el gesto individual y solitario.
Es muy importante para mí la colocación de esta baldosa, no sólo por un motivo personal y afectivo, si no porque tiene que ver con la construcción de la memoria reciente que quiso ser acallada y reprimida junto con la desaparición de nuestros seres queridos y de los treinta mil.
El día que nos reunimos con Susana y Marcelo, allá por febrero el 77, Héctor, mi novio entonces, y yo para decirles a ellos que nos íbamos del país, recuerdo el diálogo que tuvimos; me quedó grabado para siempre. Susana me dijo que ellos no se iban, que no podía gozar del beneficio de un pasaje porque muchos otros no lo tenían, que decidían correr la suerte del pueblo y quedarse a luchar contra la dictadura, y que si debían ser bandera de lucha del pueblo argentino, correrían esa suerte. Por eso la importancia para mí de esta baldosa. En principio porque aquí están escritos sus nombres, los de Marcelo, Susana y Gustavo, a quien no conocí y no sé aún por qué los secuestraron juntos dado que no pertenecían a la misma agrupación política. Esta baldosa les devuelve el nombre y se lo escribe en esta esquina, en esta ciudad. En el Atlético todo secuestrado lo primero que perdía era su nombre. Pasaban a tener una letra y un número. La despersonalización, el borramiento de la identidad, era el primer paso del plan de exterminio para la destrucción del sujeto. Era el primer objetivo para deshumanizarlos y ponerlos en la condición de no humanos. Me gusta esa baldosa también porque dice militantes populares, porque eran eso. Militaban desde hacía años por cambiar las condiciones de injusticia y de pobreza. Marcelo comenzó en grupos juveniles católicos con el cura Mujica y Susana desde que ingresó en la facultad en 1970 militaba en la JUP. .Juntos militaban desde el 76 por combatir a una dictadura que nos había robado la democracia a todos. Me gusta esta baldosa porque pone los hechos en su justo sitio y dice terrorismo de Estado porque la dictadura tuvo un plan genocida para eliminar a un amplio sector de la sociedad para imponer las políticas neoliberales que Estados Unidos y el poder económico necesitaban implementar, y para ello necesitaban aniquilar a los militantes primero y, así, asegurarse que el terror impuesto garantizase la parálisis frente a cualquier tipo de reacción al modelo político económico. Me gusta esa baldosa porque está firmada por una Comisión barrial por la Memoria y la Justicia, porque esta baldosa viene a interpelarnos a nosotros, al barrio, a los estudiantes que transitan esta esquina para traer a la memoria y poder repensar la historia reciente. Viene a contar una historia que quiso ser silenciada. Esta facultad fue la de ellos. Susana, que era de Historia del Arte, comenzó su carrera aquí. Este fue el edificio que se tomó en el 74, si mal no recuerdo, y que estuvo tan lleno de anécdotas que me contaba mi hermana de aquellos días y noches de toma estudiantil. Estas calles las caminó infinidad de veces. Esta facultad de Psicología fue la de Marcelo desde siempre, y a la que mi hermana ingresó nuevamente, esta vez como estudiante de Psicología en el 77, según me contó en una de sus últimas cartas. Yo supongo que para poder seguir militando, para poder distribuir la revista que les llevaba muchas noches de insomnio hacer y los llevó a perder trabajos por quedarse dormidos al día siguiente durante el 76. Me gusta esta baldosa porque crea un nexo y abre un diálogo entre aquel pasado que debemos reconstruir y este presente que debemos transformar. El recordarlos como militantes, como seres vivos y empecinados por cambiar la suerte de los postergados y explotados, nos coloca con esta realidad social que fue deteriorando las condiciones sociales y las relaciones entre los sujetos. Dictadura mediante, con el neoliberalismo impuesto, estamos hoy peor que entonces porque se profundizó la desigualdad, la pobreza, la precarización del trabajo, la exclusión social. Muchos compatriotas fueron expulsados del sistema económico y hoy tenemos montones de chicos que viven en las calles, sin familia, sin escuela, sin trabajo, sin afectos. Así que esta baldosa nos actualiza con que hay mucho por hacer todavía, nos actualiza con que, como sociedad, si no sabemos cuidar al otro no podemos esperar que se nos cuide. Esta baldosa nos recuerda aquellos años donde la solidaridad era un valor preciado, valor que debemos reconstruir y por el que debemos seguir trabajando para que haya una justicia plena. Esta baldosa nos recuerda también que con la impunidad de los asesinos nada se puede construir que no sea oscuro y perverso. Por eso el reclamo de juicio y castigo. Reclamo que sigue siendo una necesidad imperiosa. No sólo para que paguen con cárcel común los genocidas y sus socios civiles la deuda que tienen con sus víctimas y con esta sociedad, si no para que la vida humana vuelva a ser un valor inclaudicable en la política nacional en el presente y para el futuro de este país. Me gusta esta baldosa porque hace presencia de sus ausencias. Por eso los que nos reunimos hoy aquí decimos colectivamente: Susana, Marcelo, Gustavo, ¡presentes! 30000 compañeros desaparecidos ¡presentes! ¡Ahora y siempre!
Juan Jorge Michel Fariña recordó que dedicó a Gustavo y a otro compañero de estudios el primer libro de la Cátedra Ética y DDHH. Lo hizo abrazando a la madre de Gustavo.
La baldosera Alicia (después de admitir que su discurso y la expresión memoria al servicio del presente y del futuro- ya no le pertenecen: por suerte se socializaron. Sólo agregó: Las autoridades de Psico no están presentes. Resta buscar un modo creativo para que la universidad aún llamada “pública”, no se reduzca a adaptar a los trabajadores a los lugares precarizados de trabajo, a los locos al Borda y a todos a los intereses del mercado
Bien heterogéneo nuestro público
En este país nunca más se va a escuchar otro golpe más que el del tabor. Maldita burguesía
VECINOS DE 20 BARRIOS SE ORGANIZARON PARA HOMENAJEAR A LOS DESAPARECIDOS DE LA CIUDAD
Recuerdos y memoria en las baldosas de las veredas porteñas Ya hay más de 110 placas para recordar a las víctimas. Están donde trabajaron o fueron secuestradas. En las veredas porteñas hay baldosas que cuentan historias. Vecinos de veinte barrios se organizaron para marcar los pasos de los desaparecidos que vivieron allí. Desde entonces, colocan baldosas que los recuerdan en los lugares donde vivieron, estudiaron, trabajaron o fueron secuestrados por la última dictadura. Ya pusieron más de 110 placas y cada mes agregan más. Ayer, los vecinos de Almagro-Balvanera sumaron una en Independencia y Urquiza. Y pronto la experiencia quedará plasmada en un libro.
La coordinadora Memoria y Justicia en los Barrios reúne a los grupos, que ya pusieron baldosas en Almagro, Balvanera, Caballito, Boedo, Recoleta, Villa Crespo, Palermo, San Nicolás, La Paternal, Villa Mitre, San Cristóbal, San Telmo, La Boca y Barracas. "Empezamos a investigar sobre los desaparecidos del barrio y, cuando nos enteramos de que había vecinos de otras zonas que también lo hacían nos juntamos para coordinar el trabajo -cuenta Osvaldo López, del grupo de San Telmo-Barracas-La Boca. Armamos reseñas de sus vidas y colocamos baldosas para dejar una huella de su tránsito por los barrios".Cuando ponen una baldosa, los vecinos recuerdan al desaparecido en un acto. "Explicamos quién era, por qué lo secuestraron, qué actividades hacía o dónde militaba", dice López. Gisela Patlayán, del grupo de Almagro-Balvanera, agrega: "Nos contactamos con los familiares y pensamos los actos con ellos. Si a alguno le gustaba un poema, en el acto lo leemos".Los grupos -que empezaron a trabajar en el 30° aniversario del golpe de 1976- cuentan que la respuesta de los vecinos es muy buena. "En los actos se acercan a contarnos sobre otros casos. Según la lista oficial, en Almagro y Balvanera había 120 desaparecidos. Nuestra lista ya ronda los 330", dice
Patlayán. Las baldosas de Almagro-Balvanera tienen una seña particular: cuadraditos de vidrio de colores en los bordes. "Le imprimen vida a la baldosa, para que no sea una lápida", apunta Patlayán. También se colocaron en escuelas, como el Normal 1 y el Normal 7. "Tratamos de hacer talleres con los chicos de sexto y séptimo. Y en los secundarios armamos baldosas con los alumnos", cuentan. La coordinadora también trabaja para editar un libro con fondos del Instituto Espacio para la Memoria. Tendrá fotos de las baldosas y las historias de vida de los desaparecidos que recuerdan. Clarín, 03-05-08
Compañeros del alma, compañeros:
Aquí les envío las fotos de ayer que Héctor bajó de Telam por Internet. Pero antes quiero agradecerles la presencia y el calor recibido en ese sábado tan ventoso. Para mí colocar esta baldosa era muy importante porque sentía que se debía devolverles el nombre a los chicos, hacerlos presentes y materializarlos en esa esquina de esta ciudad de la que se los robó. Con la presencia de todos logramos recordarlos y homenajearlos desde el afecto y con la energía que genera el ritual de la ronda y el sonar del canto y los tambores. Muchas gracias a todos. Los quiero. María Eugenia