Nuñez Pereira
Nuñez Pereyra Eva Esther (Gladis) [Fue secuestrada DD] ¡Presente!
Eva (DNI 11.118.130 CONADEP 3633, denuncia 3130) tenía 24 años. Estudió Derecho (UBA) hasta 1973. Trabajaba de obrera en la fábrica Daina de juguetes ubicada en Crisólogo Larralde 334, Bernal.
El 15 de julio de 1977 fue secuestrada en la boca del subte B Corrientes y Pasteur
Enviar cualquier información sobre Eva a memoriayjusticialmagro@yahoo.com.ar
Copia del Habeas Corpus presentado por el padre de Eva
Fecha de nacimiento: 26/4/53
Trabajo: Fábrica de juguetes Daina. Crisólogo Larralde 334, Bernal Oeste
Estudiante de Derecho (UBA) hasta 1973
Domicilio en el momento de la detención: Huarfin 959, Capital.
Relato del procedimiento:
El día anterior a su secuestro Eva había avisado en su casa que iba a salir antes de la fábrica para ir hasta el Once a hacer unas compras, que regresaría cerca de las 19.30 horas. Como no llegó, al otro día el padre
empieza las averiguaciones. Pide una solicitud de paradero en la Comisaría 12, luego va a la Central de Policía y de allí a Coordinación Federal. Ahí le dicen que el día 15/7 se hizo un procedimiento en Pasteur y Corrientes.
Cuando llega ahí habla con un florista (no está más, no sabe quién es) quien le dice que se llevaron unas chicas, pero no quiere hablar más del tema. Vuelve a Coordinación Federal y comienza a hablar con una señora. A raíz de esta charla llegan a la conclusión de que Eva y la hija de esta señora se conocían. El nombre de la chica es Edith y la secuestraron en el mismo lugar el día 13/7/77. También esta señora (no sabe su nombre, nunca más la vio) le dijo que otra chica (amiga de ambas: Amanda Fernández) había sido secuestrada en el mismo lugar el 14/7/77, cerca del comercio donde trabajaba (no sabe qué comercio es). Amanda había sido compañera de facultad de Eva. En las varias oportunidades que va a Coordinación Federal lo atiende un oficial que lo trata con amabilidad, debido a que el padre se encontraba en un estado de gran depresión. A los dos o tres días encuentra debajo de la puerta un anónimo escrito a máquina que dice su hija en Coordinación Federal, al otro día otro anónimo su hija en Jujuy, al tercer día en Palpalá, Jujuy. Cuando vuelve a Coordinación, el mismo oficial le dice que va a tratar de averiguar dónde está su hija, pero que luego haga como si no lo hubiera visto nunca. Lo cita y en ese encuentro le dice que Eva está en
Jujuy en un campo, que hay 1200 personas entre hombres, mujeres y niños. Que en ese lugar les daban tareas para realizar y que se encontraba bien de salud. Le comunicó que había una persona que iba una vez por mes, y que de esa forma le podría dar más noticias. Esto fue así hasta el 2/2/79 en que este hombre le dijo que no podía darle más información, porque iban a trasladar a su informador y también a él. Desde ese momento nunca más lo vio.
A los dos días del secuestro Eva llama a unos conocidos (Flia Wesler, no viven en el país, están en Israel) para que le avisen a sus padres que está bien. Nunca más volvió a llamar.
Descripción de Eva: 1.65m de altura, cabello castaño, ojos marrones, cutis blanco, el dedo anular de la mano derecha, tenía la punta cortada.
11-6-84: El cliente se ha presentado ante esta comisión y dice: no saber el nombre ni el cargo que tenía el informante (firma de un abogado)
Por esa época[1] yo estaba en pareja. Nos habíamos conocido en la militancia y ahora vivíamos juntos. Con ella emprendimos un largo viaje en tren muy amenizado por la charla con otros pasajeros. Cuando aquella madrugada calurosa y agradable llegamos a San Miguel, nos estaban esperando los compañeros. Luego de unos días de aclimatación, comenzamos a buscar trabajo y vivienda. Al porco tiempo me emplee como operario de mantenimiento en el ingenio Concepción Aguilares […] Enseguida alquilamos una casita humilde […] Un día fuimos con mi compañera a Simonca a pasar un día en la feria. Comimos tamales […] por la nochecita regresamos con cositas que habíamos comprado…
Cuando recuerda la visita de sus padres al lugar de su detención en Catamarca, agrega: Eva no me podía visitar porque no estábamos casados. De ahí que pudo continuar militando […] Transcurría el último trimestre de 1975, para mi sorpresa, un compañero recibió una carta con la fotografía de un bebé de unos seis ó siete meses. Era para mí ¡Caramba! Ante tanta adversidad una buena. Más sorpresa tuve al, leer y releer la misiva. Contaba mi compañera que en abril había sido papá y que el bebé se llamaba Pablo Oscar. Que en mucho se me parecía por lo inquieto, sonriente y curioso. Que era muy sanito y regordete. Que lo cuidaban sus padres porque ella trabajaba, pero trataba de estar con él la mayor parte del tiempo posible. Que le daba la teta y además el gordo se chupaba un par de mamaderas por día. Que continuaba con buenas relaciones con los familiares, a veces un tanto conflictivas por la situación económica y que con los primos estaba igual de bien que siempre (Familia: partido. Primos. otras organizaciones) La flor dibujaba en el reverso de la fotografía me la mandaban los dos con mucho cariño para que la regara todos los días. En cada pétalo se escondía una letra que al juntarlas forman: TE QUEREMOS…
Fabriqué con miga de pan un portarretrato y coloqué en él la foto de mi hijo, pero duró poco porque se lo llevó la requisa. Era lo común…
Por los traslados que habían llegado del Penal de La Plata (donde estaba alojado el hermano menor de mi compañera Eva Esther) me enteré que la habían levantado en el barrio de Once mientras estaba comprando ropa para nuestro hijo Pablito. Sus padres la habían buscado infructuosamente durantes tres años por comisarías, hospitales y sedes del gobierno. Nada se sabía. Sólo gracias a la solidaridad de los compañeros pude superar el trance.
Me deprimí muchísimo e hice lo indecible para que la yuta no se diera cuenta y se me viniera encima. Nos habíamos conociendo militando en noviembre de 1973 cuando había llegado acompañada por otro compañero a la casa del partido que yo alquilaba y compartía con otra pareja. Tenía veinte años y había abandonado sus estudios (también su casa paterna) porque sus padres desaprobaban su militancia. Al poco tiempo formalizamos nuestra pareja.
Supe de su familia, su padre era obrero y su madre ama de casa. Era la única de sus hermanos que seguía una carrera universitaria y, de ahí, el enojo de ellos por el abandono de los estudios. Era una mujer de fuertes convicciones y de mucha personalidad. Humilde, trabajadora, de buenas costumbres y forma de vida. Siempre insistía en presentarme a su familia y -de hecho- la conocí. Era muy apegada a ella y lo visitaba periódicamente. Había sabido superar los distanciamientos producidos cuando había dejado su casa. La supe acompañar cuando visitamos a su madre en el lecho de convalecientes, luego de una intervención quirúrgica en el Hospital Rawson de la Capital Federal[2] […] Luego Eva también debió ser operada por un nódulo benigno en uno de sus pechos. Pero esa vez no concurrí al hospital. Sabía de su buen estado porque era asistido por otros compañeros.
Nuestras relaciones de pareja y de militancia fueron excelentes. Aprendí muchas cosas junto a ella, en su mayoría culturales. Me ayudaba a conocer el significado de palabras y conceptos. Por las noches leíamos juntos algún libro o material político. Debido a mi situación legal, me resultó imposible presentarle a mi familia, a quien conoció más adelante. Vivimos juntos hasta el momento de mi detención. Queríamos tener un hijo, pero no lograba quedar embarazada, de allí su operación de nódulos como forma de ir sorteando obstáculos para aproximarnos al embarazo. Por la fecha de nacimiento, deduzco que había quedado embarazada justo unos días antes de mi detención. En la cárcel traté de sobrevivir con el dolor y de mantenerme bien, asimilando el duro golpe…Cuando aflojó el tratamiento en las cárceles (se permitió practicar deportes, etc.) Yayo (recién recuperado de un estadío prolongado en los calabozos de castigo) sufrió un accidente, jugando al fútbol. Para deslindar responsabilidades, el Servicio Penitenciario costeó los gastos y permitió una visita de contacto en la enfermería de Caseros de sus padres. En esa ocasión se enteró de que Eva los había visitado durante su embarazo.
Malvinas: otro genocidio… Pablo deambula libre hasta instalarse en la casa de Pelito (Ecuador y Córdoba) Quise conocer a mi hijo. Imaginaba que no sería tarea fácil, dado que, según mis cuñados, el abuelo materno del niño no me dejaría llegar a su casa. Así fue, a pesar de que en las pocas oportunidades en que nos vimos habíamos mantenido una buena relación, el secuestro de Eva llevó a un distanciamiento injustificado…
Por ella, desde el momento mismo de mi libertad asisto a los organismos de Derechos Humanos y me acerco a toda persona que pueda darme un dato. También desde ese momento quise llegar hasta mi hijo. Para eso debí sortear incomprensiones y animosidades. Así pasaron largos meses -desde junio a septiembre de 1974- hasta lograr encontrarme con Pablo Oscar. El lugar elegido estaba fuera de toda lógica y razón, sin embargo lo acepté. No sería en su casa, donde vivía con los abuelos; tampoco en su escuela, donde hacía la primaria; ni siquiera en la puerta de una iglesia. Sería en Plaza Chacarita, en la parada del 111, a las 10 de la mañana […] A las 8 me subí al 111. Veinte minutos después estaba en Chacarita. Di un paseo por la estación y recorrí vidrieras mientras elegía ropa para comprarle a mi hijo. Me devoraba la ansiedad. Me esforzaba para contener las emociones postergadas a fin de que todo se diera lo más naturalmente posible […] Después de un rato le pregunté a un florista y descubrí que había otra parada enfrente. Salí disparado hacia allí, me detuve a cruzar la calzada y miré hacia donde me había indicado ese señor. Descubrí a un niño gordito que se paseaba de un lado a otro, sin separarse demasiado de una señora que se encontraba apoyada en un árbol. Alcancé a reconocer a la madre de Eva. Estábamos a siete metros de distancia, que son pocos en el infinito, pero muchos entre un abrazo, un beso y una caricia. Recordaba el locutorio de la cárcel donde no había abrazos, besos ni caricias […] Por fin el semáforo se puso verde y me lancé a cruzar la calle. Allí Pablo Oscar me descubrió y corrí hacia él. Los tres nos abrazamos sin decirnos nada, muchos abrazos y muchos besos. Mi mano se deslizaba por su cabecita, lo contemplaba de la cabeza a los pies…
Era igual a mí cuando niño. La forma de la cabeza, el corte de cara, las pestañas arqueadas. Sólo en el color de ojos nos diferenciábamos. Tiene dos perlas negras iguales a los de su mamá. Sí, estaba frente a mi hijo. Le pedí disculpas por haber llegado tarde, por no haber podido compartir con él los años de su infancia. Empezamos una charla que enseguida la abuela interrumpió diciendo que tenían que volverse a su casa. Los invité a tomar algo intentando prolongar el encuentro, pero la abuela no aceptó. Le pedí acompañarlos en el viaje de regreso y tampoco lo logré. Pregunté cuál sería el día de nuestro próximo encuentro y obtuve como respuesta un veremos…
Mientras buscaba trabajo empecé a recabar datos sobre el secuestro de Eva. Así me acerqué a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos para sumarme a las denuncias presentadas por sus padres (relato del Habeas Corpus antes citado) Conseguí entrevistarme con los compañeros de cautiverio Ana María Careaga y Miguel Dagostino. Miguel estuvo en la celda 21 y Eva en la 19 ó la 20, justo enfrente. Tengo una fotografía de la maqueta con la disposición de las celdas. Espero algún día conocer o tener algo más de mi amada Eva. No descansaré hasta saber la verdad. Hasta Siempre Querida Compañera. Seguiré buscando la Verdad…
Los viejos sueños incumplidos se resisten a morir, luchan por ser soñados nuevamente…[3]
Me resulta muy difícil y doloroso hablar de Eva, yo la tengo en mi corazón, todos los días de mi vida.
La recuerdo linda, inteligente, con una personalidad fuerte, nada conseguía hacerle cambiar de idea si consideraba que era lo justo, muy buena alumna, quería ser abogada.
Después la vida la llevo por otro camino, empezó a militar en San Francisco Solano, en el colegio Luís Piedra Buena, trabajaba en las comisiones vecinales, hacían caminos, ya que las calles eran de tierra, la inquietaba los problemas de la gente.
Después nos mudamos a la Capital Federal donde ingresó a un colegio ubicado en Primera Junta, era tercera en el cuadro de honor, por sus notas, todo con mucho sacrificio, era ir a la biblioteca a sacar apuntes, buscar información, yo le ayudaba a copiar casi todos los días.
Siempre cumplía sus metas, llego a la facultad, estudiaba de noche en compañía de la radio y mi papá se levantaba a cebarle mates antes de ir a trabajar. Luchadora cien por cien, cuando mi papá hacia algún trabajo fuera de la fábrica ella siempre dispuesta en ayudarlo, se que no fue fácil las decisiones que tomó, se entrego por completo a la militancia. Cuando yo le decía que las cosas no eran tan así como ella las veía se enojaba, me decía Pequeña Burguesa, pero yo le tenía mucho respeto a pesar que era menor que yo.
Siempre fuimos muy unidas, y mucho más cuando nos dio la noticia de que estaba esperando un hijo, fue una alegría enorme, volvió a casa y empezó a ver las cosas de otra manera, les comunico a sus compañeros sus razones y la entendieron, quería criar a su hijo y lamentablemente no pudo.
Quiero decir que estoy orgullosa de mi hermana Eva, mis padres murieron pensando en ella, que esta en la memoria y en el corazón de mis hermanos y de mis hijos. Dejó un hijo inteligente como fue ella y seguramente desde el lugar donde lo esté mirando esta orgulloso por la familia que el formó, por sus nietas y su nuera. Eva siempre estas con todos nosotros.
Ni olvido, ni perdón. Tu hermana María
Fabricación de la baldosa 09-06-07 Casona Cultural de Humahuaca 3508
Encuentro fraterno
Colocación de la baldosa 15-07-2007 Corrientes y Pasteur
Los vecinos de Almagro y Balvanera nos proponemos hoy marcar el barrio con el nombre de Eva Esther Núñez, una joven de 24 años secuestrada por el terrorismo de Estado en esta esquina hace 30. Sus amigos, familiares y compañeros pueden hablar con mayor propiedad de ella que nosotros. Enseguida les damos la palabra. Se trata de nuestra baldosa Nº 24 (valga la coincidencia con la edad de Eva) La cifra no es significativa. Nos reunimos hace un año y medio para poner 60 baldosas en Almagro y otras tantas en Balvanera (así lo indicaban los listados entregados por los organismos oficiales) y, después de fabricar 50, una suerte de investigación hormiga llevada a cabo artesanalmente por nosotros, descubrió que nos quedan por colocar apenas 300. Quizás no todos los vecinos de AB alcancemos a ver coronado el esfuerzo… Esfuerzo que no nos resulta penoso en la medida en que en cada encuentro se suman nuevos vecinos decididos a tomar la posta de hacer habitable el barrio, el país y el mundo…Posta tomada por nosotros de casi 400 vecinos de AB y 30000 DD que ahora les transmitimos. Cada encuentro para colocar una baldosa nos brinda emociones bien singulares. Cuando el nombre en ella estampado es el de un familiar, amigo o compañero de uno de nosotros, la emoción se redobla, porque durante los encuentros con él, pasó a ser familiar, amigo o compañero de todos nosotros. Este es el caso de Eva. Estudiamos la bibliografía disponible y los datos que figuran en los juicios como lo hacemos con todos los vecinos secuestrados o asesinados por el terrorismo de Estado (a ésto le llamamos ‘investigación hormiga’). A partir de que Yeyo (el compañero de Eva y padre de su hijo) se incorporó a nuestras filas –hace apenas unos meses- y de leer su libro, sus recuerdos de Eva cobraron vida entre nosotros. Nos atravesaron…
Yeyo (Pablo Videla) agradece la presencia de todos y cuenta como se conocieron con Eva entre agosto y septiembre de 1973. Ella tenía 19 años, él 26. Tres meses después se pusieron de novio. Ella le presentó a su familia. Él no alcanzó a hacerlo. Enseguida viajaron a Tucumán (no al monte sino a la ciudad) Eva tenía gran capacidad para hacer relaciones sociales y pronto se mimetizaron con el pueblo tucumano. Pablo se enteró de la desaparición de Eva y de la existencia de su hijo tres años a través de un aviso de su cuñado Ángel detenido en otro penal. Agrega: compartí muy lindos momentos con Eva y la quise mucho
El hijo de Eva y Pablo (Pepe) toma la palabra emocionado. Tiene un solo recuerdo de su madre: Una mañana cuando me hacía la leche…
Pepe está orgulloso de su familia: mi mujer cumple años el mismo día que mi madre… Los hijos de Yeyo comparten su emoción
El encuentro con los tíos maternos también fue un gustazo
¡Bienvenidos los niños…!
Ya colocamos 24 baldosas. Con el nombre de 37 vecinos. Cada encuentro brinda una emoción diferente. De esas emociones que nos hacen bien a todos…
[1] Noviembre de 1973. VIDELA Ramón Pablo: Un día, una esperanza. Historia de un militante, Bs. As., Nuestra América, 2006. Yayo (El Mono Videla) devenido vecino de Almagro-Balvanera en abril de 2007, recuerda la visita de Silvio Frondizi cuando estuvo detenido en Catamarca. Silvio y su yerno Luis fueron homenajeados por nosotros el 27-09-06 a 32 años de su secuestro en Perón 4474 y posterior asesinato en Ezeiza.
[2] Agrega que en ese momento estaba ahí internado el entonces marido de otra vecina de Almagro: Beatriz Le Fur.
[3] Videla, Ramón Pablo: op. cit.