Pedidos, exigencias y límites

¡Marche un adulto en frasco chico!!

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Eso de estar pidiéndoles a nuestros hijos que sean monstruitos sabelotodo, o marcianitos omnipotentes, no es historia nueva.
Y este capitulo de esta historia se trata de

  1. El déficit en los límites
    1. La tendencia a hacer responsables a los niños de su propia educación.

Y esto es lo que hacemos cuando intentamos:

  • Que todo lo haga comprendiendo racionalmente el por qué.
  • Que acepte gustoso cualquier límite.
  • Que sepa certeramente todo lo que le viene bien y lo que le perjudica.
  • Que sepa decidir por sí mismo.
  • Que sepa cuándo abrir la puerta para ir a jugar.
 En la evolución social heredamos reglas educativas en las que los chicos vivían sometidos al arbitrio incontrolado de sus padres, para luego extenderse a los de cualquier mayor. Bases sociales en que la "autoridad" es omnipotente y no se puede eludir de ninguna forma.

Al pasar a una educación que contempla al niño como persona individual, con necesidades y decisiones propias, con derecho a la explicación y comprensión etc., se diluye la autoridad. Y es que, como etapa nueva, caemos en el polo contrapuesto de la anterior.

Si bien este es el costo necesario en todo proceso de cambio de situaciones polares ya podemos ir pensando en poner estas cosas en términos más adecuados para la educación de nuestros hijos.

Los intentos antes mencionados son inútiles, ya que por propia maduración evolutiva los chicos no tienen tales capacidades. Hasta pasada la adolescencia carecen del desarrollo intelectual abstracto, del afectivo de autonomía, del social de pertenencia - independencia como para hacer los discernimientos que intentamos que haga.

Y los costos de esta utopía pueden ser por lo menos:
  • La falta de soporte como para asegurarse de la protección y guía que necesitan, por lo tanto inseguridades y temores serían aquí las consecuencias más leves.
  • El vía libre para la ley infantil del menor esfuerzo posible: formación en la vagancia, falta de voluntad, desánimo ante los inevitables fracasos.
  • Afianzarles las fantasías de omnipotencia, en las que entonces seguirá siempre con el consecuente polo contrapuesto de impotencia.
  • Darle posibilidad de manejo desmedido del otro, y qué chico no aprovecha esto?, con lo cual la inadaptación social es inevitable.
Teniendo en cuenta:
  1. Ni más ni menos que el niño es niño.
  2. Que por ser, nosotros, los padres, responsables de su salud física, mental y social debemos hacernos cargo de ejercer una dirección programada, racional, cuidadosa y hábil.
Y sólo, con sólo esto, tenemos la obligación de ejercer la responsabilidad de la autoridad, para lo cual no se necesita ni más explicación, ni demostración, ni justificación. Simplemente ejercerla como responsabilidad, ya que somos los padres, por exclusiva decisión nuestra.

En esto hay que tener muy en cuenta no caer en un tipo de autoridad sobre bases falsas, (hay distintos tipos de autoridades sobre bases falsas, tema de otro capítulo), la autoridad y la obediencia erigidas como fines en sí mismas es una de ellas. Y hay que tener muy en claro que la educación con la finalidad de hacer hombres obedientes forma a débiles.
La finalidad de la autoridad parental es una educación correcta, y esta se da respetando la libertad, autonomía, autoabastecimiento, autocuidado, relacionamiento social.

Si bien el conjugar todo esto parece tarea difícil, no lo es tanto si simplificamos con toda nuestra capacidad adulta las cosas.
Una buena ayuda es tener presente siempre esta trilogía parental necesaria para la educación infantil.

IDEAS CLARAS

LIMITES PRECISOS

ACUERDOS MUTUOS