¿¿¿ADOLESCENTES
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La relación se puede tornar confusa e imprevisible, y en cualquier momento puede eclosionar en distintas enfermedades psíquicas o somáticas de cualquier miembro de la familia. El camino natural no es nada fácil, aproximadamente de los 13 a los 20 años la persona luchará consigo misma y con los demás por su individuación*, diferenciándose tanto de sus padres, como de lo que sus padres hipotéticamente esperaban de ella. Poder llegar a ser diferente sin hacerlo por la forma contraria. *. Individuación: proceso de formación del individuo, de diferenciación de su personalidad. Según Jung: realización espontánea del hombre total. |
EL MIEDO Una mañana nos regalaron un conejo de indias. Llegó a casa enjaulado. al mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad. Eduardo Galeano
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Esto de ser un hombre total y diferenciado es autoabastecimiento de su persona, en donde los demás son importantes pero no necesarios, en donde cada uno es el único constructor de su historia, es saberse total aceptándose las carencias personales y sabiendo que nadie las va a venir a llenar, es fundamental saber que él y todos tenemos el derecho de ser sustancialmente diferentes, sin que por esto tengamos que perder los afectos mas importantes.
Padres e hijo pasarán a tener una relación de adulto a adulto.
En este marco cada adquisición de uno tiene que ver con modificaciones en el otro. Los avances personales del adolescente son favorecidos o trabados o imposibilitados por los cambios de sus padres.
Y ¡OJO!, que yo no les estoy hablando sólo a los padres, ya que ésta es también una tendencia del hijo que sabe que, como niño, goza de la protección y teme desobedecer cualquier mandato directo o indirecto.
Los costos de este madurar son muchos. Ejemplos de estos son: enfrentarse con la necesidad de elegir por uno mismo, sin acatar, la soledad de jugarse con la propia responsabilidad sin el beneficio de poder descargar las culpas a sus padres, el construir un proyecto de vida personal propio lo pone ante múltiples alternativas, y aprender que la suya no es ni la misma ni la opuesta a la que los padres le indican, lo enfrentan con la duda y la incertidumbre.
"Para algunas cosas quiere ser adulto y para otra es un nene". Vaya novedad, obviamente sí, pero tené en claro que para vos, padre, ¡también!.
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Y poniéndonos del lado de los padres vemos lo difícil que en estos años resulta la ubicación de guiarlos en función de SU bienestar, de lo que este hijo, exclusivo, necesita para él: el aceptar que ya tiene que ir caminando solo por la vida los enfrenta con grandes temores a desprotegerlo, el que ya no busque la aprobación ni de lo hecho ni de lo por hacer, el tener que ponerles los límites necesarios en el marco de una comunicación de igual a igual a igual, el escucharles criterios e ideologías que nada tienen que ver con aquellos que uno quiso inculcarles,
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el bancarse el miedo en este permitirle cada vez más libertad en su accionar, como los horarios nocturnos, que nos dejan temblando toda la noche.
En este cambio, actitudes que van desde el total acatamiento al total desquite y desafío, desconciertan tanto a padres como a hijos.
Y ni que hablar cuando nos enfrentamos con la natural posición de negar absolutamente todo lo que les trasmitimos. O con conductas que desde la moral de sus padres son lisa y llanamente maldad delictiva.
Con los "No sabes nada", "Dejame, no quiero hablar".
Y con los portazos.
Y con las ausencias.
Y con los encierros.
Y con los desplantes, y desprecios, y humillaciones y....
... Y somos legiones de padres quienes asustados nos agarramos la cabeza en un no saber que hacer.
Esto tampoco se trata -ni mucho menos- de ninguna lucha generacional, es una etapa de crisis vital, con sus constantes vaivenes, compartiendo cambios que cuestan, y mucho, a ambas partes, que llevan a cantidades de cuestionamientos y confrontaciones que es sano pasarlas para llegar a una nueva situación en las que, ya ninguna de las dos generaciones, va a ser igual que antes de comenzar esta etapa.
Por hoy dejo planteado el camino de: conocerse realmente uno mismo con sus contradicciones, que las diferencias mutuas sirvan de enriquecimiento, gratificación, libertad.
De lograr una relación desprovista de autoritarismo, tenderá paulatinamente a una posición del hijo en donde los intercambios le servirán para enriquecerse, para aclararse y conocerse, para aprender a negociar lo negociable, no para cambiar las formas de ser de nadie.
Invito a practicar cada vez más una comunicación entre madre, padre e hijos en donde se pueda llegar a conclusiones como: "sobre esto yo soy así, vos sos asá y está todo bien".
ni imponer el cambio en el otro,
sabiendo que las diferencias y las confrontaciones
no mata el amor entre padres e hijos.